Paquimé es una zona arqueológica ubicada a 260 km al noroeste de la ciudad de Chihuahua, México. Se considera patrimonio de la humanidad por la UNESCO y fue un parteaguas de las relaciones entre los pueblos del norte de México y Mesoamérica. Además de ser muestra de la construcción con tierra y de su ensamble arquitectónico.
Estos pueblos migrantes llegaron a los Valles de Casa Grandes, hacia el año 900 y fundaron un centro ceremonial que luego sería punto de encuentro en las rutas comerciales; posteriormente formaron pequeñas aldeas de una docena de casas ubicadas cerca de los arroyos. En su apogeo llegó a tener una población de alrededor de 2,000 a 4,000 habitantes, los cuales vivían del intercambio, comercio y producción artesanal.
Al igual que su fundación, su colapso definitivo es un misterio. Gracias al trabajo de arqueólogos y personas que reconocen su inmenso valor, es que se sabe más de ella y sigue vivo este símbolo de inspiración para la cultura contemporánea.
La tradición cerámica de Paquimé se remonta a la época prehispánica en la franja cultural conocida como Oasisamérica, y que se extendía por el noroeste de México y suroeste de los Estados Unidos. A esta región pertenecen tanto Paquimé, como la cultura Anasazi.
La Nueva Cerámica de Paquimé encarna la tradición milenaria en sus líneas y su lenguaje, las cuales nos cuentan lo que era importante para los antiguos pobladores de esta icónica zona arqueológica. Las piezas artesanales, en la actualidad, se elaboran por los descendientes de ese linaje de grandes artesanos. En dichas piezas se conserva la tradición de la técnica antigua e incorporan elementos contemporáneos que generan un arte integrado por piezas únicas.
Esto junto con el turismo que llega en búsqueda de las piezas de cerámica y la visita a los sitios arqueológicos se ha convertido en la principal actividad económica del pueblo. Beneficiando así a un amplio conjunto de la población, quienes siguen con esta actividad familiar.
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