Si viajas a Yucatán, la ciudad amarilla de Izamal es un destino obligado en tu ruta. Así como muchos otros pueblos mágicos de México, este merece ser recorrido de palmo a palmo, ya que sus calles y construcciones guardan la historia de tres distintas épocas: la prehispánica, la colonial y la actual.
Ubicada a 72 kilómetros de Mérida, la capital yucateca, puedes llegar a Izamal tomando la autopista Mérida-Cancún y desviarte en el km 48 hacia hacia este pueblo mágico. El tiempo de recorrido no es para nada largo: 45 minutos en coche.
Y créeme que no te será para nada difícil reconocerla, ya que actualmente está toda pintada de amarillo y blanco por voluntad de autoridades y vecinos. Esto la dota de una elegancia y un encanto particulares, lo cual es coronado por la arquitectura y el estilo de sus edificios, casas y calles, que remontan a la época colonial.
Sin lugar a dudas, vale la pena que sea el fondo (o hasta la protagonista, por qué no) de muchas de tus fotografías y, claro, el comprar artesanías propias del lugar no puede faltar.
¿Qué visitar?
Izamal es una ciudad colonial que fue fundada en el siglo XVI sobre los vestigios de una antigua ciudad de la civilización maya, la cual era conocida como “Ciudad de los Cerros”, debido a que en la antigüedad estaba formada por muchas pirámides. Así fue como paulatinamente se fusionaron en ella el pasado prehispánico y colonial.
Debe su nombre a un personaje de origen mítico y de singular sabiduría asumido como maestro y sacerdote de los mayas llamado Itzamná o Zamná que significa “Rocío que desciende del cielo”.
Y, precisamente, la plaza que lleva el nombre de este personaje (Plaza Zamná) es la primera parada que debes realizar. Es la más antigua y ahora constituye solamente la quinta parte de la que existía en periodos anteriores. A sus alrededores encontrarás varios lugares para visitar y degustar la deliciosa gastronomía yucateca, de la cual destacan los panuchos y salbutes.
Muy cerca de la Plaza Zamná, se encuentra el convento franciscano de San Antonio de Padua, fundado en 1549, el cual se convirtió en una de las construcciones más importantes de Mesoamérica. Está situada en la meseta del cerro mayor de la ciudad y en su interior encontrarás retablos de estilo barroco (muy característicos del periodo colonial) y varias escenas que representan momentos importantes en la religión católica. En la parte de abajo, se encuentra la escultura de Fray Diego de Landa, el encargado de fundar el convento.
Por supuesto, es obligado que visites las pirámides de la cultura maya. Kinich Kakmó es la más importante y su nombre significa ‘Guacamaya de Fuego con Rostro Solar’, debido a que los mayas creían que el dios Kinich bajaba a la tierra en el ardor del sol del mediodía. Su visita significaba que purificaba los sacrificios y ofrendas que eran llevadas al panteón maya, y tomaba la forma de una guacamaya. Otras pirámides que puedes visitar son: Tu’Ul (El Conejo), Habuk (Vestido de Agua) e Itzamatúl (la segunda construcción más grande e importante después de Kinich Kakmó; su nombre significa “el que recibe o posee la gracia del cielo”).
Y si decides quedarte hasta el anochecer, no te puedes perder el espectáculo “La luz de los mayas” que se presenta en el incomparable escenario del atrio del convento franciscano de San Antonio de Padua. Consiste en proyectar en los arcos cuatro ventanas que miran al pasado y presente del esplendor de la cultura maya, imágenes que están en sintonía perfecta con composiciones musicales hechas por músicos intérpretes de la región y con cantos realizados por niños de origen Maya.
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