Catrinas de barro: Del grabado a la pintura y de ahí, a Capula

Capula, una comunidad del estado de Michoacán, es reconocida por el arte milenario de la alfarería en barro, con la cual se elaboran macetas, vajillas, jarras, ollas… que son ampliamente reconocidas por ser adornadas con flores hechas con puntos (capulineado); sin embargo, hay una figura que resalta entre todas por ser parte esencial de las tradiciones mexicanas (particularmente del Día de Muertos) y que dio fama mundial a este sitio: la Catrina.

Este personaje comenzó a ser representado en barro en los años 70 y fue el artesano Juan Torres el primero en inspirarse en la calavera de Guadalupe Posada Después, otros artesanos aprendieron a realizar la figura que terminó por ser elaborada en muchos talleres del pueblo, así que hoy es símbolo y tradición del lugar. Ante esto, no es raro que Capula sea reconocida como la capital mundial de las catrinas de barro.

Ya sea que aparezcan representando algún oficio, estén ataviadas con elegantes ropas y joyas, vayan con su canasta para ir al mercado, o aparezcan enamoradas con su pareja, las catrinas de barro de Capula forman ya parte de la tradición artesanal michoacana.

¿Cómo son elaboradas?

El proceso de elaboración comienza con la selección del barro en piedra. Una vez que ya se ha recogido, se limpia de hierbas y piedras para poder trabajarlo. Cuando el barro está completamente limpio, se pasa por unos molinos y se le añade agua en función de las piezas que se vayan a realizar (cuantas más figuras sean, más duro debe estar el barro).

La siguiente fase es el amasado, el cual debe ser uniforme para evitar que las piezas estallen en el horno. Al lograrse el amasado perfecto, se procede a elaborar las figuras y, al cabo de unas horas, se tiene una estilizada Catrina. Conforme se van terminando de moldear, se van poniendo a secar de forma gradual, ya que la pérdida rápida de humedad puede causar grietas.

Tras el secado, se pasa a las figuras a cocer. La cocción depende mucho del tamaño de la catrina y esta puede variar de entre 8 a 10 horas en el horno, a una temperatura aproximada de 1000°C. Ya cocidas, hay que esperar a que se enfríen lentamente para evitar que se agrieten o rompan.

El último paso es el decorado y detallado. El artesano da los toques finales y viste a la catrina con colores llamativos, lo cual le puede llevar de 2 a 4 semanas, dependiendo del tamaño y la complejidad de la pieza.

Posada, Rivera y la Catrina

El personaje de la Catrina nació de la imaginación de Guadalupe Posada, grabador aguascalentense que creó a la Calavera Garbancera para burlarse de quienes se vestían a la francesa (muy de moda en su época), pero que no tenían para comer más que garbanzos. Luego, fue el muralista Diego Rivera quien rescató del olvido a esta huesuda y la popularizó, gracias a que la pintó de cuerpo completo, ataviada muy elegantemente a la francesa, en su mural Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central. Y ya con esta representación, tomó el nombre de Catrina.

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